Cartagineses y Romanos



La imagen ganadora del concurso del cartel anunciador de las fiestas de Cartagineses y Romanos de 1992 fue una fotografía blanco y negro de la batalla, publicada en el diario La Opinión el año anterior, que presenté coloreada a mano con lápices y acuarelas.


Luego, para Calamarí, realicé una serie de carteles “futuros” para acompañar un texto breve sobre las fiestas (Regreso al Futuro I: 2022, The Ciberpunic War. Penúltima página de Calamarí Nº7).


Al principio éstas me interesaron mucho, incluso propuse a los amigos formar un grupo independiente que reivindicara la presencia griega en Cartagena y  la cultura clásica helénica, una especie de club de hetairas al estilo de los que abundaban en la Atenas de Pericles, pero la instalación del campamento fuera del casco antiguo, desierto durante esa semana, y la falta de programación cultural hicieron que disminuyera el interés y no nos animáramos. Ahora intentan darle vida a la ciudad, realizando algunos actos y montando algunos chiringuitos, pero yo sigo creyendo que sólo la instalación del campamento dentro de las murallas (el cartaginés al menos) serviría para consolidar estas fiestas.


Moisés Ruiz Cantero. Cartel de las fiestas de Cartagineses y Romanos. 1992.



Carteles "futuros" (realizados en 2002 para la revista Calamarí Nº 7)

Éste primero, de un fragmento de lucerna con dos gladiadores en plena faena, que está en el Museo Arqueológico Municipal, lo presenté, diez años después, al concurso para la elección del cartel del año 2013. A pesar de que la tipografía no me gustaba demasiado, la mantuve. No hubo suerte, pero esta pieza arqueológica podría ser un icono de las fiestas. Es perfecta.


Moisés Ruiz Cantero 2002. Carteles futuros. Cartel de Cartagineses y Romanos 2011.




Moisés Ruiz Cantero. 2002. Carteles futuros. Cartel de Cartagineses y Romanos 2007.




Moisés Ruiz Cantero. 2002. Carteles futuros. Cartel de Cartagineses y Romanos 2015.





Moisés Ruiz Cantero. 2002. Carteles futuros. Cartel de Cartagineses y Romanos 2023.


El texto del que hablaba arriba, de 2002, que acompañaba a este "cartel futuro" (Calamarí Nº7)


Regreso al Futuro I: 2022, La Ciberpunic War

La CiberPunic War, como ya es conocida en todo el mundo, ha convocado este mes de septiembre a más de 300.000 internautas de todos los países. Y, de nuevo, las tropas cartaginesas, dirigidas desde Hannibal, la pequeña ciudad del norte del estado de New York, por Aníbal Beam, un chaval de 16 años, han impedido que los romanos tomen Cartagena. La gran pantalla colocada en la “zona cero”, donde antes se levantaba el antiguo y recordado Ayuntamiento de la ciudad, ha sido un hervidero de gente, entusiasmada con las distintas fases de la batalla, en la que algunos participan como soldados individuales a través del móvil mientras que otros pasean y visitan los campamentos de las tropas, diseminados por los solares sobre los que sigue sin construirse, pero que durante la semana de fiestas alegran y cambian la cara del casco antiguo. Y los más noctámbulos llenan también los locales de copas y música del campamento de las legiones, extramuros de la ciudad.

Aunque los distintos actos siguen siendo un peñazo de humos, velos y textos infames, sin embargo la batalla final del Batel se ha tranformado en un gran espectáculo. La utilización del paño de la muralla en toda su longitud como pantalla sobre la que se proyectan las distintas fases de la lucha mientras se representa allí mismo en directo, junto a los buenos efectos de luz y sonido, fue una buena idea que atrae a los medios de comunicación nacionales e internacionales y a muchos visitantes, que sin embargo se quejan de la suciedad que invade la ciudad y de la falta de expectativas culturales (el Teatro Romano y el Museo Nacional de Arqueología Submarina siguen en estudio y con problemas de cimentación). Pilar Barreiro, petrificada en su sillón desde que se le cayó el Ayuntamiento, sigue siendo la alcaldesa, cosa que nadie comprende, aunque apenas se la utiliza más que durante las fiestas, en las que ocupa el lugar de la diosa Tanit, el día del Oráculo, cuando la gran sacerdotisa augura el futuro inmediato de CT por el movimiento de las plumas de sus pendientes... (continuará)



Moisés Ruiz Cantero. 2002. Carteles futuros. Cartel de Cartagineses y Romanos 2032.



Aunque también está publicado en la entrada Calamarí, pongo aquí un texto de 1996 o 97 con algunas opiniones sobre la fiesta (a día de hoy, viernes 210912, comienzo de las fiestas de 2012, no van mucho mejor. Apenas han calado entre la población, que las ve en gran parte como una celebración privada, un teatro infumable, y un casco antiguo que ignora la fiesta como ésta al casco antiguo).




LA DECIMOCUARTA GUERRA PUNICA
(Paisaje después de la batalla)  


Moisés Ruiz Cantero.  Calamarí. Ilustración para el artículo "La décimocuarta guerra púnica". Calamarí Nº 2.
( publicado previamente en El Noticiero. Octubre 1998 )
    Sras y Sres:

    Qarthadast está herida de muerte. Y se muere. Ya está muerta. Estamos asistiendo durante los últimos años a la triunfal  puesta en escena de un  plan preconcebido para su abandono total, su desertificación, su ruina, cuando no para la transformación de su valioso centro histórico en un escenario de papanatas para un peplum de tercera. Y están a punto de conseguirlo. Cada dos por tres llenan las páginas de los periódicos de declaraciones triunfalistas, con lluvia de millones sobre la “ciudad nueva” y acto seguido tiran casas, o plantan farolas, y convierten el casco histórico, con un tesoro incalculable a sólo un palmo bajo el suelo, en un erial sobre el que planea amenazante e imparable el buitre carroñero de la losa de hormigón, frustrante y especuladora, o la megalómana y afectada evocación del pais de "Braqueaislandia". Respondiendo a unos intereses como mínimo bastardos, y ante la mirada impávida cuando no interesada de las autoridades a las que votamos (y a los cuatro años de vacaciones y prisas de última hora, botamos), se está estrangulando a Cartagena con un estudiado plan de exterminio como no se conoce desde los tiempos de Sisebuto. Y la gente huye despavorida del centro, del desierto, del basurero, a llenar los bolsillos y los chalets adosados con jardín y paddle cercano que los amos de Cartagena les construyen extramuros mientras compran  a precio de saldo la ruinas preñadas de historia a la espera de tiempos menos susceptibles a tanta “piedra vieja” y autoridades más “flexibles” todavía a sus sobres y hormigoneras.

    Caminar por Cartagena a ciertas horas, a casi todas las horas, es hacer un recorrido escatológico lleno de zombis, tullidos, excrementos, y de algún reflejo afilado en la oscuridad. Sólo durante la Semana Santa se alegran un poco las calles. Todo el trajín que se genera en la ciudad supone un respiro para el abandonado casco antiguo. Y ahora nos llegan los de la Federación de Cartagineses y Romanos llenándose la boca de “ambiciosos planes para llenar de vida  el casco histórico”  y acto seguido plantan el campamento en las afueras y vuelven, sin querer pero sin tener lo que hace falta para ponerle remedio, que no es más que imaginación y un par de huevos, a darle otra vuelta de tuerca a la conversión de Cartagena en una ciudad fantasmal. ¿Imaginan las procesiones dando vueltas sin parar a Pryca?, ¿Por qué no imaginar entonces el campamento festero en Cartagena, dentro de Cartagena, ocupando sus calles, sus plazas, sus rincones, donde además de las funciones de teatro, (bastante peñazos, por cierto), los humos, los velos de las bailarinas de allí pacá y de aquí pallá, y los guiones infumables  (Bodas: “...¡oh, sagrada fragua de ardiente fluido, oh, dulce y grato sacramento anunciado al firmamento!!..”), o de un humor autocomplaciente y chabacano (Senado:  “... pues que te den por el ano, que siempre manda el que gana") con los que flipa el personal (aunque cada vez menos), pudiéramos salir a cenar tranquilamente y a dar un paseo por la ciudad, o a tomar una copa en los locales acondicionados para aguantar 140 db. sin molestar a nadie y adornados para la ocasión, que ahora echan el cierre. O unas morcillas en cualquier plaza...?. Eso sí sería una ciudad en fiestas y no el pasacalles fugaz y cansado con el que “obsequian” al casco antiguo el último día y a última hora para acallar sus conciencias y las voces que reclaman unas fiestas para Cartagena  aunque no le interesen a  ningún turista  del mundo.

   Las fiestas de Cartagineses y Romanos son, quizá, la mejor idea surgida en la ciudad en los últimos años. Han demostrado, entre otras cosas, lo que un pueblo vital y nada abúlico, como desde la capital del reino de la Mursiya (¿Morcilla?) se nos etiqueta, es capaz  de conseguir cuando se ilusiona con un proyecto que rescata valores del pasado y le hace sentirse orgulloso de su historia. Como dirían algunos, las “vibraciones”  que nos llegan desde esa historia enterrada a tan solo quince centímetros bajo nuestros pies, esa “fuerza que nos acompaña” y que algunos  todavía se obstinan  en mantener enterrada bajo losas sepulturales de hormigón para siempre jamás, o construyen sobre ellas cientos de casa cuando hay alrededor cientos de casas vacías, o demoran y demoran su puesta en valor y chupan y chupan su caramelo poco a poco con mucho "Teatro" para que no se les acabe nunca, o despilfarran los magros presupuestos con una absoluta falta de criterio y de prioridades en propuestas que defienden a "Cabezonadas", esa fuerza, que junto al sol que hace crecer los melones en el campo y la estupenda bahía muerta de risa y de imposturas son la tríada capitolina de nuestro presente y nuestro futuro, debemos administrarla sabiamente para que todo ese esfuerzo no se malogre.

    Porque, cuidado, las fiestas aun no están consolidadas, y aunque a muchos les parezca lo contrario, creo que lo están aún menos después del hazmerreir de las trasmisiones por televisión de este año que pueden mandar al garete el gran esfuerzo de tanta gente por la ligereza de una realización impresentable en manos de un “infiltrado” y de un guión y unos comentaristas tan voluntariosos como hiperbólico-apostróficos y cargantes. No pueden, en definitiva, consolidarse unas fiestas que dan la espalda a su ciudad, vacía y siniestra durante todos esos días, y tan lejana al meollo de la cuestión, el campamento, lo mejor de las fiestas, y también lo peor, lo que puede acabar con ellas, con las guerras púnicas. Como yo las quiero mucho y las sigo desde el principio, voy a permitirme pensar en voz alta y lanzar algunas ideas:

-- El campamento, dentro de las murallas. Una recreación de la muralla púnica que cruza la Subida de S. Diego a continuación de los restos auténticos da entrada al recinto de las fiestas. El último día hay que tirarla. Igual que durante la Semana Santa, el casco histórico se convierte en un lugar de encuentro. Tropas y legiones ocupan con sus chiringuitos las plazas y solares tan abundantes en nuestra ciudad. (Sin duda los vecinos agradecerán un poco de tumulto al angustioso sonido del silencio habitual). Los transnochadores y amantes del decibelio tienen a su disposición múltiples locales, acondicionados y cerrados hasta ahora, y otros muchos que han surgido. (Las fiestas serían otra cosa, y a lo mejor no funcionaban, pero creo que siempre sería mejor arrepentirse de haberlo intentado que no hacerlo. Siempre nos quedaría París, o sea, Pryca-Olivo´s Historic Site, no obstante).

-- ¿Por qué siempre ganan los romanos?. Ya sé. Son unas fiestas históricas, pero son sobre todo unas fiestas. No seamos más papistas que el Papa. La batalla de Qarthadast, uno de los actos más insulsos de la fiesta, debe cambiar por completo. Reconozco que no sé como, pero debe ser un día de juerga en el que participe toda la población. ¿Qué hubiera pasado si Aníbal no se hubiera dejado seducir por las delicias de Capua y hubiera conquistado Roma y embarcado sus elefantes para socorrer a Qarthadast?. Que ganen los romanos si logran saltar las murallas y si no, que no ganen. La imaginación al poder. Menos actuación y más retozón.

-- Semana cultural.  Brilla por su ausencia y debe ser el complemento de cualquier fiesta que se precie. Un Festival de Cine Histórico, una Semana de Teatro Clásico, un premio importante para investigadores sobre los distintos aspectos de la 2º Guerra Púnica, ciclos de conferencias, etc... Los colectivos culturales están "off-side".

--  Más vale una buena imagen. Los abundantes cortes televisivos y los materiales promocionales podrían haber sido mucho más eficaces si se hubiera escogido mejor las imágenes. Haberlas háylas, y muchas, y buenos publicistas también, aunque pocos. Sobre las trasmisiones en directo, mejor no hablar.

--Y de los desfiles, ¿qué?. Pues más madera, más música y más borrachera. Esto no es la Semana Santa, festeros. Y aunque los cartagineses estéis muy tristes después de catorce guerras púnicas perdidas, perdón, trece, a lo mejor ganáis la próxima, quién sabe. Mandad a Himilce a Capua a que le cante una milonga a Aníbal. Y la próxima guerra, que la gane el mejor. 
                                     
Moisés Ruiz. 1996-7.  


                                                                                


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