Escuela de Cartagena: presente





Afocar se deshizo en 1987, en plena efervescencia y actividad continua en torno a la fotografía en Cartagena, cuando la Asociación tuvo que dejar la sede de Ángel Bruna al perder la ayuda que obtenía del Ayuntamiento para los gastos comunes. Ese mismo año habíamos organizado el certamen Murcia Joven de Fotografía con un programa muy amplio de exposiciones, talleres y conferencias, como aún no se había visto en la región de Murcia, prácticamente sin ayudas pero con mucha energía por parte de todos nosotros. Pero se desarrolló en Cartagena y de manera bastante autónoma y esto, al parecer, debió molestar a alguien de más allá de La Cadena, desde donde se hablaba, desde hacía tiempo, de la potencia de “la Escuela de Fotografía de Cartagena”. Y a una iniciativa nuestra  para organizar algo parecido cada dos años, al estilo de lo que se hacía en Arles, a donde habíamos viajado el año anterior, no se le hizo ni caso. Luego lo volvimos a intentar, presentándolo con un estudio más detallado y un nombre: Polifemia, a algunas entidades bancarias, y a todas les pareció muy bien pero no se comprometieron a nada. Total, que Afocar se disolvió en su punto más alto de actividad e iniciativas. Dos años después se realizó la exposición colectiva “Escuela de Cartagena: presente”, un nombre al que acompañaba una imagen un tanto provocativa de los que participamos, con la doble intención de mostrar el presente del grupo y, además, que seguía presente, y desmentir de algún modo los comentarios sobre la supuesta defunción de la “Escuela de Cartagena”, por parte de los que se habían inventado el nombrecico.


Yo, recién llegado de Nueva York, con las pilas sobrecargadas, y recién descubierto Joel Peter Witkin , participé con una colección de fotocopias, pegadas en tablero, de imágenes obtenidas de negativos antiguos ajenos de retratos de estudio, lijados por ambos lados con una estética feísta y bastante disparatada que además eran pruebas para realizarlos en formatos muy grandes. En fin.





Moisés Ruiz Cantero. Rayados. Madonna del collar. 1989.


Moisés Ruiz Cantero. Rayados. Madonna de los pinchos morunos. 1989.


Moisés Ruiz Cantero. Rayados. La mala mili. 1989.

Moisés Ruiz Cantero. Rayados. Catecumenosis. 1989.

Moisés Ruiz Cantero. Rayados. Madonna de los pinchos morunos 2. 1989.

Moisés Ruiz Cantero. Rayados. Madonna del niño monstruo. 1989.

Moisés Ruiz Cantero. Rayados. Madonnas de hermosos pelos. 1989.




 Esta entrada queda abierta. Iré editando cosas de Afocar, sobre todo textos que escribí para el boletín y, si puedo, subiré alguna grabación de El Fotomatón, un programa de radio que hicimos en la Ser durante dos años.




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Como he comentado arriba, durante los años 1984 a 1987, en la Asociación Fotográfica de Cartagena desarrollamos mucha actividad y pusimos en marcha bastantes iniciativas relacionadas con la Fotografía, sin embargo apenas dejamos testimonios "tangibles" de todo aquello. Hubo mucho enriquecimiento personal, casi todos seguimos ligados al mundo fotográfico y formamos un grupo interesante. Digamos que la "herencia" nos la llevamos puesta como experiencia inolvidable que nos marcó bastante el futuro.

Última fotografía del grupo de Afocar después de la "última cena", la de disolución del grupo. Diciembre de 1987.

En 1984 hicimos un intento de poner en marcha un boletín, pero no sé si fue por el tono que quise darle (yo lo coordinaba) o por qué razón, no tuvo mucho recorrido: sólo se hicieron cuatro números.  Sin embargo, a pesar del "diseño", un tanto tosco o directamente burro, me parecen interesantes, porque al menos muestran las inquietudes y algunas de las cosas que nos preocupaban por entonces: los tipos de papeles y reveladores, las modas de los tonos más o menos cálidos, las muescas "preservadoras de la inspiración primigenia", etc... Algunos textos son dignos de Cienojetes.


Son estos (haced click en la imagen siguiente para acceder al contenido completo; enlazará con un pdf de todos los números en la plataforma ISSUU):







Por estos años, Juan Miguel Margalef puso en marcha una revista que se llamó Déjala que caiga. En el Nº 1 (hubo un número 0) publicó una especie de entrevista sin preguntas con algunas fotos de lo que yo hacía por entonces, acompañadas de otras del álbum familiar, entre ellas un autorretrato (el primero) realizado con la primera cámara que tuve -y que conservo-, una Viking. Fue también, creo, mi primera entrevista (no es que haya muchas más). El texto es jugoso.

(Haced click en la imagen para acceder a la entrevista completa)





Pongo a continuación algunos de los textos que hice para El Afocar (a veces le añadía dibujos). El primero, según veo en el archivo, se publicó en el número de Diciembre-Enero de 1985, lo cual significa que, al menos, se hizo un número más. Pero no lo conservo, aunque sí el texto, que realmente es del año 1983, antes de entrar en la Asociación y justo después de hacer la mili. Y se nota que no me dejó buen recuerdo (el golpe de estado me pilló en Madrid, una semana antes de licenciarme). En Cartagena, por entonces -y lo estaba experimentando justo en esos momentos en los que estaba desarrollando la colección para El Diccionario Icue- había bastantes problemas a la hora de fotografiar determinadas zonas de la ciudad, por los muchos edificios militares que estaban en activo por todas partes. En el texto se refleja este ambiente, exagerándolo un poco, no obstante.



El AFOCAR (Boletín de la Asociación Fotográfica de Cartagena). Diciembre-Enero 1985.

Fotos NO, dijo el guardia.

Moisés Ruiz Cantero. Diccionario Icue. PMs en el Puerto. Fotografía con filtro Pincel seco. 1983/2014.

El Viernes de Dolores, fiesta grande en Cartagena, se me ocurrió asomar la nariz por el puerto para curiosear lo que por allí se ventilaba. Y lo que es ventilarse, ventilábase un violento lebeche hijoputica que ponía un acento de indisciplina intolerable en el ceremonial, emotivo y nostágico, que se estaba representando en la plaza de los héroes caviteños, haciendo volar gorras, disonar cornetas y levantar mantillas, esparciendo un tufo a caqui que embriagaba las envidiosas conciencias de la plebe que presenciaba boquiabierta el delicioso ballet de sables y bastones que se nos ofrecía a nuestros, no sólo por culpa del lebeche, llorosos lacrimales.

La farsa, con el pretexto de la entrega de la bandera a no sé qué regimiento, se montaba con abundante despliege de efectivos. Soldados de la madrepatria carnecañón programados con instrucciones “basic” aparecían por todos los rincones acordonando la zona litúrgica para que no fuese a contaminarse con los regüeldos vulgares de la plebe. De la plebe, que se amontonaba para presenciar, bilirrota y en directo, la marcial ceremonia con ecos de tragicomedia sollozante por la pérdida del imperio, por la nostalgia del fasto perdido, de las arañas de cristal de roca del salón aúlico, del vals del aguerrido capitán de granaderos con la rubicunda sobrina del marqués.

Y todo bajo el monumento que, se quiera o no, representa el comienzo de su decadencia, la pérdida de los últimos baluartes imperiales allá por tierras caribeñas, la inmolación de esos, después de muertos, héroes de Cavite, enviados a defender la Patria por aquellos que identificaban Patria con Patrimonio.

A mí, vicioso de la fotografía, se me ocurrió destapar la cámara para tirar unas fotos, es decir, ni más ni menos que para fijar en dos dimensiones lo que todo el que quería podía ver en tres, pero, cual no sería mi sorpresa, cuando un fornido PM. me prohibió tajantemente, so pena de cualquiera sabe, siquiera apuntar con el aparato, como digo, una inofensiva cámara de fotos.

¡Fotos no!, me dijo el guardia. Los que estaban sentados en las gradas, que eran invitados, o sea, poseedores de certificado compulsado por conducto reglamentario de tenencia de sangre noble, es decir, caqui en este caso, me miraron acusativamente, y yo, arrepentido de mi osadía, opté por guardarme el cuerpo del delito y me largé con la música a otra parte. Porque no era cuestión de ponerse a discutir sobre la legalidad o no del click en esa situación, y porque, entre otras cosas, el soldado que me lo dijo, aunque bastante chulo él, porque a eso les enseñan, podía, digo yo, buscarse un arresto si a algún invitado, disfrazado de paisano pero con galones, le salía del davidoff.

Y es que, oiga, qué difícil resulta practicar en esta Cartagena sitiada la afición a la Fotografía. Mires al punto cardinal que mires aparece algún objetivo militar de interés defensivo custodiado por un servidor de la patria para impedir que saques fotos. Puñetas!, que ven por todos lados rojos al servicio de oscuros intereses kageberos financiados por el oro de Moscú; no aficionados a la fotografía, sino peligrosos agentes moscovitas fotografiando enclaves militares de evidente interés estratégico.

Sres. militares, faros de la Patria, baluartes del honor, y que no se sientan aludidos aquellos a los que mi intención no alude, veran Uds, ¿como les diría?, uno les respeta, entre otras cosas por la cuenta que nos trae. Nos encanta su porte, envidiamos sus galones, se nos revienta la bilis ante la elegancia, prestancia y acutancia de sus bellas señoras de peineta y arribaespaña, pero así, en general, no todos somos malos, díscolos y desobedientes. Vivimos, nos soportamos, durante quince meses somos sus chachas particulares, velamos sus sueños, lavamos sus coches y nos inclinamos ante el brillante refulgir de sus estrellas, pero no por no pertenecer a su casta dejamos de merecer pertenecer a ella, algo que nos la trae floja a la mayoría, dicho sea por otra parte. Uds. son una clase cerrada, ensimismada, anacrónica e improductiva. Les pagamos las habichuelas y les compramos juguetes para que jueguen a la guerra. Y para que nos dejen en paz.

Regularmente organizan movidas como la del 25-F (*). Toman Cartagena durante una mañana y nos deleitan con marciales actos castrenses, rumores de generala y resonancias antiguas, por todo lo cual les tenemos la suficiente envidia como para que se sientan empachados de orgullo y duerman tranquilos hasta el siguiente ceremonial, pero, por favor, déjennos fotografiarlos, inmortalizarlos, déjennos preservar su memoria en la sensible superficie de un rectángulo de papel, y olé; sean buenos, que no sólo no hacemos daño a nadie, sino que, además, no duele.

(*) El Viernes de Dolores de 1983 fue el día 25 de febrero



El AFOCAR (Boletín de la Asociación Fotográfica de Cartagena). Abril 84.

EL FINAL DE LA SIESTA DEL CÍCLOPE.

Atribuye Homero a Ulises la heroica gesta del despachurramiento del ojo a Polifemo, dejando al gigantón sin su pasatiempo favorito. Maldita la gracia que tuvo el griego; nunca perdonaremos los aficionados a la Fotografía lo que le hizo el despistado de Itaca a nuestro santo patrón.

Mas no hay dicha que dure cien ni mal que el tiempo no borre, y, una vez que Niépce, gabacho raro, despertó al Cíclope de su largo letargo hace más de un siglo, miles de ciclopillos y ciclopillas recorren los lugares con mirada escrutadora y el chisme colgando buscando víctimas propiciatorias a las que guiñar el ojo mecánico cual cíclope juguetón. Es inevitable, la estirpe del Cíclope recorre Europa, España e incluso Murcia; polifémicas criaturas surgen por los rincones avasallando al personal con su lenguaje click, y el gustillo por la Fotografía se extiende como polen pinolero por los lugares más insospechados, despertando alergias en algunas mentes trasnochadas y pintureras, entusiasmos en la mayoría y vaciando el bolsillo de los más incautos.

Los prebostes de la cultura oficialista y puritana, siempre por detrás de los acontecimientos, parece como si aparentaran querer darse por avisados y empiezan tímidamente a apoyar iniciativas, e incluso algunas osadas galerías de arte se atreven a promocionar a la Fotografía hasta sus herméticos santuarios donde reposan las obras de Arrte bajo su cohorte de eunucos legitimadores. Esperemos que los que llegen no se duerman en sus poltronas y que la savia renovadora no se agote al alcanzar el laurel.

Y es que hace falta que se hable de fotografía para que la Fotografía goze de buena salud. Y en Cartagena, igual que en el resto de España, incluso en Murcia, se empieza a hablar de Fotografía. Un año hace que alcanzó el mínimo absoluto la curva descendente de la menopaúsica, comatosa y tarifaica fotografía cartagenera y, bajo el cambio de régimen, la pendiente se hizo positiva para pasar a ser plenamente erectiva. No sabemos hacia dónde vamos, pero sí que vamos, y como prueba, ninguna mejor que ésta, a saber, nosotros, aquí, de estas cuartillas cargados, intentando enhebrar algo coherente, poniendo en marcha esta publicación para animar al personal a que se cuelgue el trasto y se eche al monte a hacer fotos, para mantener contento a nuestro patrono y que siga desperezándose feliz porque, larga, larga fue la siesta del cíclope.

El bisnieto del Cíclope.




El AFOCAR (Boletín de la Asociación Fotográfica de Cartagena). Mayo 84.

El lúdico bullicio del mercado y la luctuosa paz del cementerio


Exposiciones en Plaza del Ayuntamiento y Casino. 1986-1984.

Actividades en la calle. 1985.

Shows como el del viernes de Dolores debieran prodigarse con asiduidad. Es la única manera de dar a conocer al personal que hay una cosa muy divertida que se llama Fotografía que tódios puede practicar, que sirve para algo más que para hacer fotorecuerdos, y que existe la Asociación Fotográfica de Cartagena, además de que se pasa bien montando el tinglado y se pueden encontrar buena oportunidades para ejercitar el índice. Los que estuvimos allí hemos de reconocer que no lo pasamos mal.

Quedó asimismo demostrado que la montaña nunca va hacia Mahoma, y que hay que sacar la Fotografía a la calle si queremos que salga del ostracismo al que la tienen sometida los diversos y estólidos contubernios artistifilíticos (cuan cursi, Morgan).

Está visto que los santuarios fotográficos sólo sirven para alimentar el onanismo elitista de unos pocos poseídos por las razones estúpidas de las “bellas artes”, comerles el tarro y vaciarles el bolsillo.

Y esto viene a cuento del fracaso popular de la exposición del Casino. Casi no se enteró nadie. En la plaza del Ayuntamiento vieron en un solo día las fotografías que expusimos todos (al menos todos los que quisimos) más de quince mil personas. Por el Casino no pasaron más de quinientas en quince días.

La Fotografía es popular, democrática, provocadora, convulsiva, promiscua, lúdica, taumatúrgica, y por todo eso es bella y merece la pena.

Dicen que es preferible el bullicio de los mercados a la paz de los cementerios. Demostrado quedó en lo que respecta a las dos exposiciones.

Hay que salir a la calle y provocar al personal; vindiquemos el ágora y enseñemos el culo. Promovamos movidas de este tipo.

Además, se pasa bien.




EL AFOCAR. Mayo 1984.

Minitragedias griegas en un trozo de acto
VA DE CAMELLOS

Sube el telón. En escena un señor y un camello. El señor con un canuto, el camello no. Ambos con Hassel.

Camello- Hola tío
Señor- Uy que cursi, un camello que habla!. ¿Qué passa camello, de qué vas?
C- Mí no ser camello, mi ser Cartier Bresson
S- Sí, y yo una paya Newton
C- Que sí, imbécil (le pega con la Hassel en salvesea la parte), mí ser Cartier Bresson
S- Vale tronco, qué passa, vale, no te pases tío
C- Mí disfrazar de camello para pasar desapercibido. Mí buscar momento decisivo
S- ¿Te quieres quedar conmigo?, qué passa tío, qué passa, el Bresson no usaba Hassel. 
C- Esto no ser Hassel, ser Leica disfrazada de Hassel para pasar desapercibida. ¿Tú quien ser?
S- Díaz Burgos, pero voy disfrazado de Cartier Bresson para pasar desapercibido

Por detrás de una duna aparecen 300 camellos. Bresson se da cuenta inmediatamente de la composición de la foto, pues van uno encima del otro; va a disparar, pero Burgos se adelanta porque ha visto que el que sostiene a los 299 tiene una cara de viejo excepcional, y le chafa la foto al Cartier.
C- Tú joder foto, tú pagar caro.

Se quita el disfraz y aparecen Gerardo y Carlos Gallego de cada una de las jorobas. Se tiran al cuello de Burgos. Éste no sabe cómo defenderse, pero en ese momento le dan un premio y aprovecha para darles con la copa en la cabeza. Entonces Gerardo se saca del bolsillo una muesca con forma de Alpujarra y le arrea a Burgos en el ojo de enfocar. Carlos saca inmediatamente la máquina y se pone a tirarles fotos.
Están los tres liados en el suelo y rodeados de camellos con caras de viejo cuando aparece bajando de los cielos Antoniofornetcargadodechiquillos.

Antonio- Secallencoño, sesientencoño.
Los demás- ¿Y tú quién eres?
A-Yo soy Antoniofornetcargadodechiquillos. Los tres castigados cara a aquella duna con los brazos en cruz cargados de libros de Cartier Bresson. Hala!

Los tres se van tan contentos y Antoniofornetcargadodechiquillos se infla a hacerles fotos a los camellos.




EL AFOCAR. Enero 1985

La Fotografría

Sí, fría, o la fototémpano, ese retrato de cuidada luz y exquisita factura pero que no emociona, frío, no emotivo, pasivo, secundario, amorfo.
La fotorobot, la fotozombi, la fotoladrillo; árbol puesto ahí, ahí en medio, pero al que se le puede contar todas y cada una de las hojas, que se caen al suelo de puro frío; nubes, sí, nubes, sin más, pero en las que pueden apreciarse las huellas de los angelitos; un ladrillo, dos ladrillos, tres, cuatro, quinientos mil ladrillos, sí señor, pero, cuidado, expuestos para la zona seis y sobrerevelados en pirocatequina diluída gamma punto tres para positivo sin reservas zona siete. Está de moda, está de moda. Témpanos flotantes. Medio rostro, un cuarto de mirada, una puerta blanca, una rama negra. Tonos cálidos que dan frío. Foto vacía de cualquier emoción pero con muesca preservadora de inspiración primigenia en una exaltación hiperonánica de la técnica.
Bellas fotografías que ponen la carne de gallinas. De puro frías. Pero, qué bien reveladas!
La fotografía ha muerto.
Viva la fotografría!





EL AFOCAR. Octubre 1984.


Minitragedias griegas en un trozo de acto
La Tragicomedia Ultrasangrienta del Revelador Ultrasecreto


Sube el telón. Laboratorio con luces rojas y amarillas. En escena un asociado rodeado de retortas humeantes, elixires de colorines, buretas, crisoles, balanzas y otros frús-frús, exprimiendo sigilosamente y con denuedo un calamar sobre una cubeta de revelador.
- Wraaffghhss..., Wraaffghhss...!
Se seca el sudor en la sisa de la camisa al tiempo que lanza una mirada furtiva al reloj.
- Tengo que conseguillo, wraaffghhss........, tengo que conseguillo...!!
El globo fofo de la luna llena aparece tímido por una esquina del ventano y un rayo selenita avanza lentamente acercándose a la cubeta barata de baquelita. Diez segundos para el momento decisivo, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... El rayo de luna llena ilumina el líquido al tiempo que caen dos gotas de tinta del calamar. Chisporrotean rayos y centellas y una humareda de tonos cálidos, pero no demasiado, y de olor bastante rancio, llena por completo la habitación. Del revelador sale una música celestial con coros de miles de angelitos que arman un follón tremendo, y nuestro asociado, congestionado, desencajado, con el rostro demudado y los rizos alborotados acierta a pronunciar las palabras mágicas:
- !Paramina hidroxifenil tiocarbonila y su prima!
La música celestial sube de volumen hasta hacerse francamente insoportable y en medio del estruendo y la humareda se escucha una voz profunda y cavernosa:
- Soy Eugenio Revelador y puedo concederte tres deseos. Ordena, mi amo, y serás obedecido.
- (vacilando)...Pues, verás...
- Sólo te pido, amo y señor, que te apresures, ya que a las ocho tengo cita con Zeus, mi peluquero.
- Lo que yo quisiera...(la excitación impide que salgan las palabras)... es saber cuál será el tono de revelador de moda de la próxima temporada.
- Vaya parida, amo. El tono de moda será el “hoja seca de sauce llorón con sobrasada El Pozo e irisaciones marrón-palomino”.
Los coros de angelitos entonan ensordecedores AAA...LE-LU-YA!!!
- ¡Quiero 200 litros de ese revelador! (pleno de excitación)
- ¡Plaff!
De una humareda color sobrasada aparece un bidón enorme de plástico con arabescos persas. Los angelitos siguen con la tabarra
- ¡AAA...LE-LU-YA!!!
- Te queda un último deseo, mi amo.¿Una casita en la playa?, ¿un viajecito a Mallorca?, ¿un equipito de música?, ¿una cajita Portrene?
- Quiero ser el único mortal que conozca esta fórmula!!
- Pues la hemos jibao, mi amo, porque aquí mismo hay lo menos siete.
De detrás de una cortina aparece súbitamente otro asociado con antifaz y capa negra que de un certero sablazo rebana el cuello del primero. Se agarra al bidón del revelador clamando victoriosamente:
- ¡Lo conseguí, por fin eres mío, sólo mío!
- Eso creer tú
De debajo de un tapón de Neutol, aparece otro, entablándose lucha feroz, pero un cuarto que estaba escondido en un tanque de revelado para 50 carretes en cascada surge de súbito blandiendo daga sarracena con la que cercena rápidamente las yugulares de los otros dos. Mas no puede cantar victoria, pues de una lámpara Duka se descuelga un nuevo asociado experto en artes marciales y arroz tres delicias, entablándose un combate a muerte. Para entonces, las noticias del nuevo revelador sobrasada han llegado lejos, y en esto que llega Yagüe de Managua de hacer una foto de la doblez de la cerviz de un contra viejo. Aparecen también mordiéndose mutuamente Ribas i Prous. Es la de Troya y Sagunto. Vallhonrat le da a Molet con un fagot y Parreño le da con saña a Nobel Goñi con una caña. Con una tripa de Juan Manuel ahoga Ouka a Beniger. Fontcuberta se pasea tan campante con un moco disecado de elefante. Cayuela se lo pasa de miedo detrás de la nariz de Gallego. Rebollar parte en dos a Llauradó, Chirivella se la corta a Llamusí. Por aquí una oreja de Catany, por allí una pierna de Dolcet, un trozico del esófago de Olaya, un pedazo de pechuga de Senén...

Y en esto que llega Fornetcargadodechiquillosylamanoescayolá:
- ¡Se callen, coño, se sienten, coño!
Pero sólo quedaban dos o tres agonizantes que optaron por hacerse el haraquiri con sonrisa de morboso placer. El coro de angelitos, que no se habían ido porque se lo estaban pasando teta, empezaron a entonar ¿Dónde vas con mantón de Manila y con esa escayola, Fornet? Y éste, en vista de la sangre y la coña existentes, optó por presentar su dimisión irrevocable por octava vez. Y esta iba en serio, porque al día siguiente decidió abandonar este perro mundo y se tiró desde lo alto de la calle Gisbert en paracaídas.


El AFOCAR. 10/06/1984.

La Gran Batalla de Moratalla


Diario de a bordo

A las 8:30 y con viento suave de levante levábamos anclas.

Una vez abandonado el puerto encomendamos nuestras almas a S. Damián para que nos condujera sanos y salvos hasta el punto fijado en nuestros objetivos: Moratalla.

La travesía hasta la ciudadela presentábase tranquila. La marinería pasaba el tiempo contándose burlescas y exageradas historias de antiguas aventuras mientras la oficialidad ponía a punto la estrategia final.

Parada de rigor en Cehegín para satisfacer necesidades fisiológicas elementales. Algún marinero impaciente efectuó algunos disparos a los nativos del lugar para ir haciendo boca, acción indisciplinaria reprendida y castigada por el capitán con veinte latigazos. Reemprendida la travesía y conforme nos acercábamos a nuestro  objetivo, la impaciencia de la tropa provocó reyertas y disparos entre la tripulación, y sus autores fueron lanzados a los tiburones. El capitán recomendó sosiego y puso a todos a hacer instrucción y a limpiar las armas.

Pasaron minutos tensos y expectantes...

El vigía de proa gritó: ¡MORATALLA!, y las tripas de todos crujieron de gozo. Fue izada la bandera negra y con gritos de furia y las armas en la mano alcanzamos la playa buscando cubrir los primeros objetivos, pero los nativos no aparecían. Ante semejante falta de víctimas muchas bilis estaban a punto de reventar, cuando alguien gritó: ¡allí!, y una vieja nativa con escoba apoyada en puerta no menos nativa y no menos vieja cayó abatida por quince furiosos disparos sin que le diera tiempo a darse por enterada. Fue la primera víctima.

Tal como estaba planeado nos dividimos en dos grupos y comenzó el verdadero asalto a Moratalla.

Con verdadera furia se atacaba a todo aquello que se movía, cayendo abatidas las víctimas en centésimas de segundo, entablándose a veces entre la tropa auténticas disputas por disparar a una pieza, que era, no obstante, rematada por los que venían detrás.

De esta forma coronamos el castillo de Moratalla habiendo dejado a nuestro paso sembradas las calles de cadáveres de triequis.

Merecido descanso y bajada triunfal hasta el embarcadero no sin rematar a algún que otro superviviente.

El fragor de la batalla habíanos despertado el apetito, así que embarcamos de nuevo y nos dirigimos a la sierra para celebrar la victoria y tomarnos el bocata.

Pero la cuesta era empinada y el autobús dijo no. Unas convulsiones menopaúsicas y el conductordamián que para el trasto enmediolacuesta...

Así que cogemos bocadillos, niños, sombreros y a pura pata nos plantamos a la vera del río. Pinos, hormigas, calamares con tomate, Luis en pelota y una tortuga que por allí pasaba. Ambiente sano y aire puro. Scouts, siesta y baño. Guitarra y cánticos abominables y, a pesar de todo, sol y buen tiempo.

A eso de las 7 embarcamos de nuevo y paramos en Carrascalejo con la intención de comprar vino. Pero el perro de Carrascalejo (que le pesaban los huevos 20 arrobas sin el pellejo y a simple vista, como corroborará el marinero Montero), como digo, el perro dijo nones, y ante la magnitud de su negativa optamos por unanimidad por no insistir y nos batimos en retirada sin mover una pestaña por si se mosqueaba, embarcamos de nuevo y arribamos a puerto a eso de las 11, a donde llegamos incólumes, cansados, contentos, felices e impolutos.

Y nada más, eso sí, que se repita.









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Fotografías: © Moisés Ruiz Cantero.
Todos los derechos reservados.

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